Según el Memorial Sloan Kettering Cancer Center, el linfoma es más común en los adultos, pero en realidad es la tercera forma más frecuente de cáncer en los niños. En Estados Unidos, aproximadamente 2,200 personas menores de 20 años son diagnosticadas con linfoma cada año.
El linfoma comienza en los linfocitos, que son células normales que forman parte del sistema inmunitario. Estas células se transportan por todo el cuerpo a través del sistema linfático, una red de vasos pequeños que normalmente se encuentran cerca de los vasos sanguíneos. Los ganglios linfáticos son pequeños grupos normales de linfocitos localizados en el centro del pecho, debajo de los brazos, en el cuello, en el abdomen y en la ingle. Estos ganglios están conectados entre sí por canales linfáticos, y los linfocitos pueden desplazarse libremente a través de ellos. También son capaces de circular por el torrente sanguíneo y encontrarse en órganos normales como la médula ósea, el bazo, el timo y el tracto digestivo.
El linfoma se desarrolla cuando los linfocitos sufren mutaciones genéticas que les hacen crecer sin control. Existen dos categorías principales de linfomas:
Linfoma de Hodgkin y linfoma no Hodgkin. Ambos tipos son cánceres que se desarrollan en los ganglios linfáticos y pueden empezar a crecer y diseminarse a otros ganglios o tejidos normales. En general, el linfoma de Hodgkin y el linfoma no Hodgkin se comportan de manera bastante diferente en los niños.
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