¿Qué es la leucemia linfocítica aguda (LLA)?
La leucemia es un tipo de cáncer que se forma en la médula ósea, el tejido suave y esponjoso que se encuentra en el interior de los huesos, donde se producen las células sanguíneas. La médula ósea contiene células madre inmaduras que producen sangre y que, con el tiempo, se transforman en glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas maduros. La leucemia linfocítica aguda (LLA) se caracteriza por la producción de demasiados glóbulos blancos inmaduros y malignos, llamados "blastocitos", en la médula ósea. La LLA es "aguda" porque es una enfermedad agresiva y avanza rápidamente. El término "linfocítica" hace referencia al tipo de glóbulo blanco que origina la LLA (linfoblastos). Estos blastocitos inmaduros anómalos no combaten las infecciones y pueden desplazar a las células sanguíneas sanas y, así, provocar afecciones como anemia (número bajo de glóbulos rojos), leucocitopenia (número bajo de glóbulos blancos) y trombocitopenia (número bajo de plaquetas). Estas células anómalas invaden el torrente circulatorio y pueden diseminarse a los ganglios linfáticos y otros órganos. La LLA se clasifica en subtipos en función del tipo de linfocitos afectados: los linfocitos B o linfocitos T.
La LLA es el tercer tipo más frecuente de leucemia en Estados Unidos, con alrededor de 6,000 casos nuevos todos los años. Es el tipo de cáncer infantil más frecuente, alrededor de 4,000 de estos casos se producen en niños. Los linfomas se originan en los ganglios linfáticos y el tejido linfático. Las leucemias, los linfomas y los cánceres de los ganglios linfáticos están muy relacionados entre sí y las diferencias entre ellos pueden ser confusas. Los linfomas se originan en los ganglios linfáticos y en el tejido linfático. La diferencia principal entre las leucemias linfocíticas y los linfomas es que las primeras casi siempre comprometen la médula ósea; mientras que los linfomas se originan en los linfoblastos en los ganglios linfáticos u otros órganos y pueden o no comprometer la médula ósea. Si el médico encuentra linfoblastos cancerosos en la médula ósea y en los ganglios linfáticos, deberá realizar otras pruebas para distinguir si se trata de una LLA o un linfoma. En el caso de aquellas personas que padecen de LLA, más del 20% de la médula ósea estará compuesta por linfoblastos cancerosos. En el caso de los linfomas, los ganglios linfáticos casi siempre están inflamados.