En la radioterapia, se usan ondas de rayos o partículas de gran energía para destruir las células cancerosas. El médico prescribe radioterapia para reducir el tumor antes de la cirugía y para eliminar cualquier vestigio de cáncer después de la cirugía. Hay dos tipos principales de radioterapia:
En la radiación con haces externos, un aparato de gran tamaño emite radiación hacia el tumor desde el exterior del cuerpo. En general, la radiación con haces externos se administra cinco veces a la semana durante alrededor de cinco a siete semanas.
En la radiación interna, el médico usa un catéter para colocar gránulos radiactivos dentro del cuerpo en una zona cercana al cáncer. Con este método, el médico puede proporcionar dosis más altas de radiación en el área exacta del tratamiento, en comparación con la radiación con haces externos. La radioterapia interna también se administra con menor frecuencia, ya que las dosis son más altas.
Las células sanas pueden resultar dañadas en el área que se trata. Este daño a las células sanas puede provocar diversos efectos secundarios y complicaciones, dependiendo de la parte del cuerpo que se trate. Afortunadamente, la mayoría de los efectos secundarios de la radioterapia son a corto plazo y desaparecen dentro de los dos meses siguientes a la culminación del tratamiento. Entretanto, hay varias medidas que puede tomar para controlar y lidiar con estos efectos.