La leucemia puede regresar después del tratamiento. Los médicos llaman a esto una recaída. Sucede cuando algunas células leucémicas sobreviven a la primera fase de la terapia y comienzan a crecer nuevamente más adelante.
Depende del tipo de leucemia. En las leucemias agudas, la recaída es más probable durante los primeros años tras el tratamiento, especialmente durante o poco después de finalizar la quimioterapia. En las leucemias crónicas, la recaída puede ocurrir más tarde, a veces después de muchos años de estabilidad. Por esta razón, los médicos mantienen un seguimiento a largo plazo.
Las visitas regulares de seguimiento son una parte estándar de la atención de la leucemia. Estas incluyen análisis de sangre y, en ocasiones, pruebas de médula ósea para detectar signos de que las células leucémicas están regresando. En algunos casos, los médicos utilizan métodos muy sensibles para detectar la enfermedad mínima residual (EMR), lo que significa que todavía existe un número muy pequeño de células cancerosas incluso cuando el paciente parece estar en remisión.
A veces los primeros signos son los mismos que los originales: sentirse más cansado, presentar moretones con facilidad, infecciones o dolor óseo. En otras ocasiones, la recaída solo se observa en los análisis de sangre antes de que aparezcan los síntomas. Por eso se realizan seguimientos de rutina, incluso cuando alguien se siente bien.
Sí. El enfoque exacto depende del tipo de leucemia, la edad y el estado de salud del paciente, y de qué tratamientos se utilizaron previamente. El tratamiento puede incluir diferentes fármacos de quimioterapia, terapias dirigidas, inmunoterapia o un trasplante de células madre. En algunos casos de leucemia en recaída también se emplean tratamientos más nuevos.
Una recaída no significa que el tratamiento haya fracasado para siempre, pero sí que la enfermedad es más difícil de tratar y requiere nuevas estrategias. Muchos pacientes responden a las terapias de segunda línea, es decir, los tratamientos que se utilizan después de que los primeros dejan de funcionar, que pueden incluir quimioterapia más intensiva, fármacos dirigidos, inmunoterapia o un trasplante de células madre.