La leucemia es un cáncer de la sangre y la médula ósea. “Leuco” significa blanco y “emia” significa sangre, de modo que el nombre señala cómo la enfermedad suele causar un exceso de glóbulos blancos anormales. Comienza cuando las células sanguíneas inmaduras se multiplican de forma anormal y desplazan a las células sanas. Pero la leucemia no es una sola enfermedad. Se presenta en varias formas, y saber cuál padece una persona es clave para el tratamiento y el pronóstico.
Los médicos primero dividen la leucemia en formas agudas y crónicas:
Las leucemias agudas se desarrollan rápidamente, con células que no han madurado — como infantes que nunca crecen hasta convertirse en adultos. Los síntomas como fatiga, infecciones o sangrado pueden aparecer de repente, y el tratamiento suele tener que comenzar de inmediato. Las leucemias crónicas progresan más lentamente. Las células están un poco más maduras y, en muchos casos, las personas viven durante años con recuentos sanguíneos anormales antes de que los síntomas obliguen a iniciar el tratamiento.
La siguiente división se basa en qué familia celular está afectada: linfoide o mieloide. La leucemia linfoide afecta a la línea linfoide — células que se convierten en linfocitos, los defensores del organismo contra infecciones. La leucemia mieloide afecta a las células que normalmente se convertirían en glóbulos rojos (transportan oxígeno), plaquetas (ayudan a coagular la sangre) o ciertos glóbulos blancos (combaten bacterias).
Los cuatro tipos principales al combinar estas dos categorías son:
Leucemia linfoblástica aguda (LLA): de crecimiento rápido, comienza en linfocitos inmaduros y es la leucemia más común en niños.
Leucemia mieloide aguda (LMA): comienza en la línea mieloide, también crece rápidamente y es más común en adultos, aunque puede presentarse a cualquier edad.
Leucemia linfocítica crónica (LLC): afecta a los linfocitos, suele ser de crecimiento lento y se observa con frecuencia en adultos mayores.
Leucemia mieloide crónica (LMC): afecta a la línea mieloide. Los medicamentos dirigidos modernos la han convertido en una enfermedad con la que muchas personas pueden vivir durante años.
La leucemia infantil no es una enfermedad distinta en sí misma, pero se usa el término porque la leucemia es el cáncer más común en los niños. La mayoría de los casos son de leucemia linfoblástica aguda (LLA), con menos casos de leucemia mieloide aguda (LMA). Resaltar la leucemia infantil nos recuerda que, aunque es grave, las tasas de supervivencia en los niños han mejorado drásticamente con los tratamientos actuales.
Otros tipos menos comunes incluyen:
Leucemia de células pilosas (HCL): un cáncer de linfocitos B de crecimiento lento. Las células tienen pequeñas prolongaciones que parecen “pelos” al microscopio. Suele causar fatiga, recuentos bajos de células sanguíneas y agrandamiento del bazo.
Variante de leucemia de células pilosas (HCL-V): menos común y generalmente más agresiva que la HCL clásica.
Síndromes mielodisplásicos (SMD): no son oficialmente leucemia, pero constituyen un grupo relacionado de trastornos de la médula ósea en los que las células sanguíneas no se forman normalmente. En algunos casos, los SMD pueden progresar a leucemia mieloide aguda (LMA).
Saber si la leucemia es aguda o crónica, linfoide o mieloide, o una forma más rara como la HCL — y ser consciente de afecciones relacionadas como los SMD — es el punto de partida para comprender la enfermedad. Estos nombres pueden parecer largos y técnicos, pero cada uno dice algo real sobre cómo se comporta el cáncer y por qué una persona puede necesitar tratamiento inmediato mientras que otra puede ser controlada de manera segura.