Diagnóstico
Si un niño presenta los síntomas del linfoma, el médico debe considerar los antecedentes médicos y realizar un examen físico para determinar qué factores pueden estar provocando los síntomas. Durante el examen físico, el médico debe examinar detenidamente los ganglios linfáticos. El médico también debe preguntar si el niño tuvo síntomas como sudoración, pérdida de pérdida o fiebres inexplicables. Si el médico advierte ganglios linfáticos inflamados o anómalos, debe buscar los signos de infección que podrían estar provocando estos síntomas. Si el médico piensa que el paciente tiene un linfoma, es posible que le realice una biopsia de ganglios linfáticos para asegurarse. A continuación, se detallan algunos de los procedimientos que el médico puede recomendarle para diagnosticar el linfoma:
Biopsia con aguja
El médico posiblemente solicite primero una "biopsia por aspiración con aguja fina" o una "biopsia con aguja gruesa" para evaluar el motivo de la anomalía que encontró en el examen físico o la radiografía. No obstante, generalmente se debe realizar una biopsia. En ambos procedimientos, el médico, generalmente un radiólogo, puede emplear una tomografía computarizada o una ecografía, un aparato que usa ondas sonoras para crear una imagen del ganglio o el tejido anómalo, para orientar la posición de la aguja en el ganglio linfático anómalo y extraer una muestra de tejido. El médico enviará esta muestra a un patólogo, quien la examinará bajo un microscopio y hará un diagnóstico basándose en el aspecto de las células, así como en los marcadores de la superficie celular que respaldan el diagnóstico. Si el material extraído del paciente no es adecuado o no está totalmente claro y el médico aún sospecha que este tiene un linfoma, lo más probable es que recomiende una biopsia por escisión. Después del diagnóstico, el médico puede recomendar otras biopsias para verificar si el cáncer se ha diseminado a otras partes del organismo.
Biopsia quirúrgica
Si el médico piensa que el niño tiene un linfoma, seguramente recomendará que el cirujano extirpe todo el ganglio linfático inflamado (biopsia por escisión) o una pequeña parte de este (biopsia por incisión) y que eso se envíe al laboratorio para examinarlo al microscopio y detectar signos de linfoma. La biopsia escisional es el tratamiento de referencia. Es el método más fiable para diagnosticar esta enfermedad y es muy importante, aunque una biopsia incisional puede ser suficiente en casos de ganglios linfáticos muy grandes.
Aspiración y biopsia de la médula ósea
En esta prueba, el médico emplea una aguja fina para extraer una muestra de tejido del hueso de la cadera y la envía al laboratorio para que la examinen al microscopio. Este procedimiento no suele usarse para diagnosticar el linfoma, pero puede ayudar a determinar si el cáncer se ha diseminado a la médula ósea y a establecer el estadio de la enfermedad.

Inmunofenotipificación
Realizar el diagnóstico del linfoma puede resultar difícil y, a menudo, el examen de las células al microscopio no es suficiente como para emitir un diagnóstico definitivo. El patólogo puede emplear una tinción especial para identificar determinadas proteínas que se encuentran en distintos tipos de linfomas con el fin de clasificar el linfoma y establecer su tipo. Las pruebas genéticas de las células tumorales también pueden resultar muy útiles.

Análisis de sangre
El médico puede recomendar análisis de sangre, como un hemograma completo (HC) para determinar los niveles de diferentes células en la sangre, o una bioquímica sanguínea para controlar los niveles de proteínas y electrolitos, así como la función hepática y renal. Estas pruebas no se utilizan para diagnosticar la enfermedad, pero pueden ayudar a detectar problemas causados por células anormales y afectación de órganos, y también son útiles para controlar los efectos secundarios del tratamiento.
Ecocardiograma
Ciertos medicamentos de quimioterapia comúnmente utilizados para tratar linfomas pueden causar daño cardíaco después de recibirlos y a largo plazo. Un ecocardiograma es una ecografía del corazón. A raíz del ultrasonido, las ondas sonoras rebotan en las vísceras y crean ecos que forman una imagen. Mientras usted toma estos medicamentos, es posible que el médico realice ecocardiogramas con regularidad para controlar el tamaño y la función del corazón.
Prueba de función pulmonar
Ciertos medicamentos de quimioterapia utilizados para tratar linfomas pueden causar daños a los pulmones. En la prueba de función pulmonar se mide la eficiencia con la que los pulmones inhalan aire y distribuyen el oxígeno al torrente circulatorio. El técnico le proporciona al paciente una boquilla conectada a una máquina que mide los gases exhalados; asimismo, le pide que aspire lo más profundamente posible y que exhale durante la mayor cantidad de tiempo posible. Mientras el paciente toma estos medicamentos, es posible que el médico recomiende pruebas de la función pulmonar con regularidad para controlar la función de los pulmones.

Radiografía de tórax
En las radiografías, se emplea radiación electromagnética para producir imágenes del interior del cuerpo. El médico puede solicitar una radiografía de tórax para verificar si el cáncer se ha diseminado a los pulmones o evaluar el tamaño de los ganglios del tórax (mediastino).
Tomografía computarizada
En una tomografía computarizada (TC), se utilizan radiografías para producir una imagen del cuerpo. Es posible que le inyecten un colorante especial en las venas y que deba beber un líquido especial para que resalten las vísceras. Una TC revela la presencia de tumores y permite detectar si el cáncer se diseminó a otras partes del cuerpo. Después de culminar un tratamiento, los médicos han descubierto que generalmente quedan tejidos en los ganglios linfáticos que pueden observarse con este tipo de tomografía. Algunos estudios han demostrado que, con frecuencia, estos elementos que quedan son solamente tejido cicatricial y que no constituyen un cáncer activo.
Resonancia magnética
En una resonancia magnética (RM), se emplean ondas de radio y un imán potente para crear imágenes detalladas y claras de las distintas partes del cuerpo. El organismo absorbe las ondas de radio, que se liberan siguiendo un patrón determinado que es interpretado por una computadora para mostrar cortes del cuerpo humano. La resonancia magnética puede evaluar el cerebro y la médula espinal, aunque son sitios muy raros de afectación en los linfomas.
Tomografía por emisión de positrones
Para realizar una tomografía por emisión de positrones (TEP), el médico inyecta una sustancia radiactiva en el torrente circulatorio del paciente. Esta sustancia se acumula en las células malignas (cancerosas) del organismo. El médico luego utiliza un tomógrafo para detectar estas áreas de radioactividad y encontrar la ubicación exacta del cáncer en el organismo del paciente. Las imágenes PET se pueden fusionar con una tomografía computarizada para obtener mejores detalles. Diversos estudios han demostrado que las tomografías PET suelen ser más eficaces que las tomografías computarizadas para detectar linfomas. Además, tras finalizar el tratamiento del linfoma, los médicos suelen querer que la tomografía PET no muestre signos de la enfermedad, especialmente en casos en los que la tomografía computarizada aún muestra agrandamiento de los ganglios linfáticos o posible tejido cicatricial.